
Una vez, mi tío empezó a meterse mandarinas por el culo hasta que su piel se empezó a poner naranja y de cada poro le asomaba una mandarina.
Qué buenos recuerdos me trae, el olor cítrico y sus gemidos formaban una sola melodía.
Una vez, mi tío empezó a meterse mandarinas por el culo hasta que su piel se empezó a poner naranja y de cada poro le asomaba una mandarina.
Qué buenos recuerdos me trae, el olor cítrico y sus gemidos formaban una sola melodía.